Mi estancia durante 4 años en el Colegio Mayor Loyola de Granada está llena de anécdotas, historias y sucesos en general que no son, digamos propios que le pasen a una persona normal (a todo esto aclarar que normal, lo que se dice normal, yo no soy). Multitud de recuerdos me vienen a la cabeza de sucesos pasados en los que, por ser parte activa en unos, o mero espectador en otros, me vi envuelto sin saber muy bien por qué.

Esta es la historia de uno de los momentos mas importantes de mi estancia en el Mayor. Como buen colegial, intenté involucrarme en todas las actividades que ofrecía el colegio, una de ellas era el equipo de Rugby, que posee una larga y gloriosa historia que, por simple tema de tiempo, no me voy a enrollar en explicar. La cosa es que como todas las "instituciones" con historia, tiene sus propias tradiciones, una de ellas es el "Bautizo" de los jugadores una vez estos han demostrado que se involucran de una manera u otra con el equipo, bien jugando (la mayoría), bien yendo a entrenar o haciendo cualquier tipo de actividad relacionada con el Rugby que ayude a una mejor difusión y organizacion del equipo. El "Bautizo" consiste en emborrachar al agraciado hasta el punto de que vomite por primera vez y luego llevar a cabo el tradicional ritual, que mas adelante explicaré en que consiste.

Pues bien, nos situamos exactamente en el Miércoles 30 de Abril de 2008, y si mal no recuerdo en el campo de Rugby de Fuentenueva se celebraba un partido del trofeo Colegios Mayores de Rugby entre los Colegios Loyola e Isabel la Católica. Del partido poco que resaltar, jugué los 80 minutos y conseguí mi primer ensayo (para los menos listos, cuando corres hasta el otro campo y posas el balón en la zona del otro equipo). Después del partido, como es tradición siempre que se juega al Rugby, nos dirijimos al tercer tiempo, que en Granada consiste en un Barril en el que los 2 equipos confraternizan entre si y se celebran algunos juegos de beber, entre los que se destaca por encima de todos la famosa Touche, que consiste en 1 fila de jugadores por equipo que se beben una cerveza/copa del tirón, pasando el testigo (hay que dar un beso en la mejilla) al que está detras, ganando el primero que finalice la fila.

De los presentes en aquel Tercer tiempo recuerdo con claridad a Chulillo, Carrita y Urda (Capitanes del equipo) y los jugadores Karateka, Samu, Palomino, Snoopy y Loco (Seguramente había mas, pero han pasado 6 años coño) por el Loyola y el "Sevilla" de Isabel que recuerde. Empezó con el ya clásico "Canales esta aquí, con la copa la copa en la mano..." en la que debía beberme del trago lo que tuviese en la mano, que en este caso era cerveza (Ni que decir tiene que yo no tenía ni idea que ese día me tocaba a mi, con lo que las primeras 4 canciones no me resultaron sospechosas). Despues de una hora y media ya empezaba a notarme algo "atontado" despues de tanta cerveza y empecé a sospechar, otra pista fue que cada vez que tenía que ir al baño un novato iba conmigo para asegurarse de que no potase, ya que en cuanto potas, se supone que estás listo para el bautizo. No sé por qué ese dia era imposible que potase, asi que a mi gran amigo Miguel Avilés le pareció buena idea que yo retase a una carrera de beber al "Sevilla", y aquí hago un pequeño paréntesis para explicar por qué no recuerdo casi nada de lo que a partir de aquí sucedió. El "Sevilla" era un tio del tamaño del Trasto que llevaba toda su vida jugando a Rugby y tenía el hígado curtido en mil batallas, con lo que esta gente pensaron que sería mas que suficiente para terminar de tumbarme...Nada mas lejos de la realidad. Despues de las primeras 2 carreras en las que me "meé" al susodicho, a Chulillo y Urda se les inflaron los cojones y decidieron añadir algo mas "fuerte" a mis cervezas (de esto yo no me enteré hasta el día siguiente). A partir de la tercera carrera (Creo recordar que fueron 3 mas), dentro de mi cerveza había un chupito de tequila que yo me bebía como si fuese agua, ni que decir tiene que gané las 3 carreras incluso con mi cerveza adulterada, pero perdí la guerra, eche la raba en la calle.

A partir de aquí esta todo bastante mas borroso pero lo que puedo recordar del ritual del Bautizo es estar sentado en un portal sin ropa con una tía por la cara echandome cerveza encima (hay quien dice que era un perron) que me eligieron de madrina y bebiendo cerveza de mi zapato derecho. Una vez terminado el "Bautizo", llegó la hora de volver al Mayor, pero claro, yo no quería irme, yo quería ir a la Mae. Engañado por Karateka, que me dijo que iba a llevar a la Mae para que me callase y llevarme al cole, me subí en "La Abuela" y después de 10 min (digo esto porque me quedé dormido de paquete en la moto del ciego), me desperté llegando al Colegio. Al ver que no ibamos a ir a la Mae y después de maldecir la vida de Karateka por haberme mentido, accedí a irme a dormir. Karateka aparcó la moto en el aparcamiento de las motos (hay que resaltarlo ya que de haber aparcado abajo esta historia sería una mierda) y nos dirijimos hacia la puerta del Mayor, eran las 00.00 aprox.

En el momento de bajar las escaleras que dan acceso a la puerta del Mayor, Karateka quiso ayudarme, "quita coño, que yo puedo solo" o algo así le dije, lo qué pasó a continuación es testimonio del Karateka. Empecé a bajar las escaleras bien, pero al quinto escalon, medí mal la zancada y cogí medio escalón, no apoyando bien el pie, lo que desencadenó un efecto dominó en el que fuí cogiendo velocidad y cayendo rodando los últimos 7 escalones de la escalera. El Karateka me levantó, me preguntó si estaba bien y fue a coger mi casco, que obviamente habia salido despedido en el momento de mi caída. "Ya lo cojo yo Tato", frase que acabó con mi cara en el asfalto de la puerta del colegio al no medir bien las distancias al agacharme a por el casco. Si todo esto os parece ya surrealista, hay que añadirle un invitado de excepción, que no era otro que el mismísimo "Mono Blanco", que lo había visto todo y esperaba en la puerta con cara de "Mono Blanco Enfadado". Al día siguiente me desperté en el mi cama con la ropa puesta, enrollado en el edredón cual Shawarma, lesiones en la cara y espalda y un resacón de mil demonios. Después de que Karateka me explicase lo que había pasado, me acordé de que había quedado con Gonzalo para que practicase limpieza dental en la facultad conmigo, la cara que pusieron él y su compañera cuando les eché el aliento a la geta no se me olvidará en la vida.

 
Día: Lunes cualquiera durante el curso académico 2008/2009.
Lugar: Quinta Planta del Colegio Mayor Loyola.

Siempre ha sido tradición en el Loyola el putear a las niñas todos los Lunes a eso de las 23.45 de la noche, ya que salían del musical y tenían que recorrer andando la distancia existente desde la puerta del Mayor hasta la suya, lo que les dejaba de 5 a 8 minutos totalmente expuestas a ataques, en su mayoría de globos de agua. Tras una serie de intentos fallidos por falta de organización, de efectivos, de recursos, caprichos del destino... La cosa es que no habíamos podido engancharlas como Dios manda, así que decidimos ir mas allá e innovar.

Pues era Lunes y una vez mas nos disponíamos a llevar a cabo un nuevo ataque contra las vecinas, aunque esta vez, algo mas elaborado (esta operación sirvió de base para planear la "Operación Tredstone" que yo no presencié al estar de ERASMUS). Nos reunimos en la 506 un grupo bastante selecto de desgraciados, entre los que se encontraban los mas hijos de puta del Mayor, gente con años de experiencia y algún que otro novato.

De los fallos anteriores habíamos aprendido que las niñas disponían de dos vias de escape alternativas al camino que pasa por al lado de la Torre, donde son mas vulnerables a un bombardeo, de hecho hacía ya varias semanas que las "Chusas" no pasaban por ahí, sino que subían las escaleras de la puerta principal y andaban por el aparcamiento de las motos, demasiado alejado de la posición de las ventanas mas altas de la Torre como para que cualquier ataque fuese viable, también contaban con dar la vuelta por la carpa y así no toparse con ninguna ventana. Pues bien, nuestro general y cabecilla de casi todas estas personajadas, mi gran amigo Javier Doña AKA "Karateka", nos distribuyó en 3 equipos distintos que ocuparían un enclave estratégico en aras de cortar cualquier vía de escape de nuestras queridísimas féminas. Los grupos, por lo que 5 años mas tarde puedo recordar (Seguramente me habré equivocado varias veces), eran los siguientes:

- Equipo Torre: Eto´o, Karateka, Pancho, Rape y Canales
 
Nuestra función principal era bombardear a quien estuviese a tiro y avisar de posibles incursiones monescas, es decir, avisar cuando apareciese el Mono.

- Equipo Aparcamiento: Palomo, Canario, Gitano y ñon que recuerde

La misión de este equipo era la mas importante, ya que debían cortar la vía de escape principal de las niñas, que era la carretera que daba la vuelta al campo de Fútbol Sala, obligándolas a tirar cuesta abajo por las escaleras que iban desde la carpa hasta la puerta del Chus.

- Equipo Bosquecillo: Trasto, Emo, Negro, Fiesta y Blas (Creo)

La tarea de estos era bien sencilla, no era mas que reventar a las niñas que el Equipo Aparcamiento había logrado desviar o bien enganchar a las que habían cogido por la carpa. Para que no les reconociesen, todos los colegiales que tenían que salir fuera de la Torre se pusieron una media en la cabeza, hasta ahí todo normal ya que todos los integrantes del equipo eran personas de unas proporciones normales, que con una media en la cabeza eran difícilmente reconocibles, bueno, todos no... Y es que la cara que pusimos todos cuando el Trasto se puso la media en la cabeza era como diciendo "En serio crees que con la media en la cabeza no van a saber quien eres? Cuantos tíos como tú crees que hay en el Colegio??".



En los prolegómenos al ataque nos dispusimos a preparar armas, que como siempre eran globos de agua, llenados a tope, hasta ese día. Mientras estábamos preparando los globos llegaron Rape y Blas con un guante quirúrgico en la mano "Tu tu, que esto es la polla, se llena que te cagas, voy a llamarle Big Baby". A mi en ese momento se me iluminó la mirada y ví un mundo nuevo de posibilidades, cogí un Big Baby y lo llené de todo lo que tenía a mano (y dentro), el resultado fue un globaco del tamaño de un balón de Fútbol Sala que tenía dentro Gel de Baño, pasta de dientes, gomina, orina... En fin, un arma de destrucción masiva vaya.

Llegamos por fin al momento del ataque, después de haber recibido el chivatazo de nuestro infiltrado PGF, que nos avisó unos 10 minutos antes de que terminase el Musical para que los equipos pudiesen tomar posiciones. Una vez todos estuvimos preparados, aguardamos pacientemente hasta que las niñas fueron saliendo. Las colegialas hicieron lo que todo el mundo habiamos pensado, tiraron por arriba (Aparcamiento de Motos), y otras, que viendo el percal y creyeron en nuestra inteligencia, cogieron por la torre ya que pensaron que estariamos escondidos en el bosquecillo. Cuando el grupo que cogio por la torre estaba mas o menos por la puerta que da a la parte de atras de cafeteria y el otro grupo enfilaba el aparcamiento, al grito de Karateka de "AHORAAA", empezó el ataque. El grupo aparcamiento desempeñó su función a la perfección y cortó la salida a las niñas que se dirigieron sin remedio al bosquecillo, donde recibieron lo suyo. El grupo Torre también bombardeó, pero no con tanta suerte, no acertó casi nadie, bueno, casi nadie no... Yo si acerté.

Todos los colegiales tiraron los globos de agua con mas o menos visibilidad, ya que eran globos manejables que les permitían asomarse para poder atinar puntería. Yo con mi "Big Baby" no podía, tenía que tirarlo a ciegas con la esperanza de darle a alguna vecina, y eso fue lo que hice, esperé a la señal de Rape y lancé mi globo... De repente los gritos se apagaron y Rape, que lo estaba viendo todo me dijo "Canales, la has liao", yo no veía lo que pasaba, hasta que me asomé y comprendí por qué había un grupo que cogió por la torre, las monjas les acompañaban, lo cual les daba un falso sentido de inmunidad... Mi "Big Baby" había impactado contra la Monja Gorda del Chus, no se muy bien como se llama, pero el caso es que le dí de lleno.

Segundos mas tarde tuvimos suspender el ataque a grito de "EL MONOOOOOO". Los que estaban fuera se refujiaron en el bosque de la carpa hasta las 1.30 a.m. Al día siguiente la directora del Chus subió a preguntar quien había sido, nosotros hicimos un pacto de silencio y nunca se supo quien atentó contra la monja... Ahora, 5 años mas tarde, aun me río cuando lo recuerdo.

 
Junio de 2007, en el Loyola para la mayoría de la gente es tiempo de ocio, como casi todo el año, sin embargo, muchos motivados iban a autoengañarse a la biblioteca del mayor, que en esas épocas se convierte en el centro de reuniones del 70% de los colegiales por aquella época. Era Miércoles, poco antes de la hora de comer y yo me encontraba estudiando para un examen de Macroeconomía I que tenía al día siguiente, examen que llevaba bastante bien ya que era la tercera vez que me presentaba y me sabía las cosas de memoría (si, tercera vez en mi segundo año), cuando de repente entra Potón a la biblioteca, sin dudarlo un segundo se acerca a mi mesa, en la parte de la izquierda, y me dice:

- Canales, necesito que me acompañes al ayuntamiento, que tenemos que hablar unas cosas del II Certamen Aynadamar, del auditorio y eso.

Yo había oido que efectivamente la tuna estaba pensando en organizar un Certamen que nunca llegó a organizarse, mi inocencia, mi motivación de novato de tuna que quiere becarse y mi inteligencia hicieron creerme todas las palabras del Potón. 

- Vale Poti, espérate media horita que me repase este tema - Potón no sabía en ese momento que yo tenía examen al día siguiente, eso hay que aclararlo.

- No no, tiene que ser ya que sino seguramente luego no estén - Me apremió Poti, a lo que mi respuesta inmediata fue recoger mis cosas y salir pitando de la Biblioteca del Mayor. Eran las 12.30 apróximadamente.

Una vez dejado mis cosas, ir a mi cuarto a cagar y a coger la cartera, salimos del Mayor y nos subimos al coche de Horacio, que por aquel entonces iba en "El tanque", un todoterreno del año catapum que nos hacía toda la gracia y que había sido testigo de varias hazañas, las mas recientes que yo recordaba por aquella epoca fue la de ir del mayor al cebollas con el Pancho y el Faisan agarrados a la parte trasera y Scritch Pawers en la parte de arriba cantando al unísono la canción del "Equipo A". Bueno, pues nos montamos en el coche y empezamos a conducir en dirección al ayuntamiento, quiero aclarar que ese era mi segundo año y como buen colegial del Loyola, de Granada sólo conocía el camino del colegio a la facultad, a Fuentenueva para ver los partidos del Mayor y a la Príncipe, con lo que por descontado que no tenia ni idea de por donde cojones se iba al Ayuntamiento de Granada, por lo que la dirección que tomamos al salir del mayor (Dirección Alcampo), me extrañó pero no llegó en un primer momento a resultar sospechosa...

Cuando enfilamos la cuesta que llevaba a la Rotonda del Alcampo (aquella que servía de campo de entrenamiento al equipo de Rugby), empezamos a charlar.

- Canales, y que hacías en la Biblioteca tío?- Me preguntó

- Pues nada Poti tio, estudiar que tengo examen mañana - En ese momento la cara de Potón cambió totalmente y pude ver un reflejo de culpabilidad en sus ojos - Pero lo llevo bien tío, es la tercera vez que lo hago y apruebo seguro.

Al ver que estabamos empezando a alejarnos de Granada, ya me extrañaba bastante no haber llegado al Ayuntamiento, con lo que me aventure a decir "Poti, por aquí no se va al Ayuntamiento", momento en el cual paramos en un semaforo, Potón me mira sonriendo y dice:

- Canales, ahora que estamos tan lejos de Granada que no te puedes bajar del coche, voy a decirte la verdad, no vamos a ningun Ayuntamiento, es que tengo que ir a Córdoba a cambiar el coche por el Ibiza y no me apetecía ir sólo, me he sentido un poco mal porque me has dicho que tenías examen y he estado a punto de dar la vuelta, pero como me has dicho que lo llevabas bien te vas a venir conmigo a Córdoba. 


AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!


En ese momento los 2 empezamos a gritar, lo que acabo en un cúmulo de "Poti, eres un hijo puta, me la has jugao" y varias cosas mas que ahora mismo no recuerdo con exactitud, la cosa es que 2 horas mas tarde estábamos en Córdoba una tarde de Junio, con unos 40 grados siendo generosos.

Después de darme una vuelta al solecito por su ciudad, enseñarme el edificio de su abuelo y su Farmacia, llegamos a casa de Poton, en cuyo salon no había visto yo mas cabezas de animales muertos en mi vida. Cogimos las llaves del Ibiza, nos tomamos una Coca-Cola y nos fuimos a comer a un Restaurante de la Judería Cordobesa, donde tomamos los típicos Flamenquines con Salmorejo, un cafe y vuelta a Granada. Durante la vuelta Potón y yo compartimos mas de un secreto que no puede salir a la luz, lo mas destacable del viaje fue que sintonizamos una radio de tecno cani, Horacio se motivó, puso el Ibiza a 200 por hora en la autovía y llegamos a Granada en hora y cuarto. Toda una aventura la que pasó un día cualquiera en Granada, algunos la verán extraña, quizás estúpida, y puede que tengan razón, pero para nosotros ese tipo de cosas acabaron siendo normales, ya que, conociendo a Horacio Arenas, todo puede pasar.


Canales.

P.D: El examen del día siguiente lo aprobé con un 7.
 
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Llegó el invierno primero 
sin avisar, así sin más. 
Maldito bandolero, 
¡Déjame en paz!

Me has robado el calor y 
el viento me impide salir afuera. 
Te has llevado los rayos de sol 
y el color. ¡Qué vuelva la primavera!

Aletargas mi alma y 
la encierras en un agujero. 
Me engañas despacio, con calma. 
Legañas, tristeza y brasero.

No sé que hacer: si despertar 
y vivir o dormir y morir. 
Aumenta la gravedad, en soledad, 
el paraguas me impide seguir.

Voy a salir de aquí a buscarme 
en los charcos del suelo. 
Me veo y sonrío al instante. 
Soy feliz porque quiero.

Ni debo, ni tengo; sólo deseo. 
Si no sale el sol 
me lo invento y lo creo. 
Perdono el dolor.

¡Sé hizo la luz! 
Ha llegado la primavera. 
Rompo este ataúd 
para gritarle a la muerte: 
¡Espera, espera!

 
Caminando hacia la muerte
Me encontré con la vida
Y dejé de estar inerte,
Ausente y a la deriva.
Intento ser patrón
De un barco llamado decisión
Y aunque llegue la tormenta
Agarro bien el timón.
Parto al alba si el tiempo tarda
Y no lo espero.
Cojo los suspiros que olvidé bajo tu falda
Y los guardo en mi sombrero.

A medio camino me tengo que volver,
Me olvidaba el corazón arrestado en el cuartel.
Está acusado por desorden público y depresión
Y lo han pillado de colocón liándola en un burdel.

Una vez el equipaje preparado afronto la próxima etapa.
Pero a medio camino, otra vez, me tengo que volver. 
Joder, ¿dónde coño he puesto el mapa?
Venga va, ¡piensa!...
¡Ah sí, ya sé! Lo perdí en su pelo
Y entre sus piernas.
Lo perdí con aquel beso,
Lo perdí con otras cosas
Que hoy tampoco encuentro…

luis©A.    


 
Naufragó en un mar de dudas y sin bote salvavidas, 
después de andar buscando la respuesta en la bebida. 
Perdido y sediento, 
 soñaba con una botella 
que tuviera en su interior 
un mensaje de aliento. 
Después de todo, sobrevivió y tiro pa' arriba, 
 cuando comprendió que antes de tocar tierra 
se navega a la deriva.

luisca


 
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Esta historia tiene su origen en un barril de Rugby del Loyola que se hizo en Granada 10. Tras beber como cabrones y hacer nuestras animaladas pertinentes, terminó el barril y el club ya nombrado hizo justo después una “Fiesta de tuercas y tornillos” que consistía en que cada varón recibía un tornillo y cada hembra una tuerca al entrar, de forma que si coincidían se les regalaba a cada uno un chupito de Vodka negro.

Viendo el cielo abierto, nos quedamos un equipo para seguir bebiendo buscando por doquier hembras con tuercas que encajasen en nuestros tornillos (en el buen sentido), para cogernos la papa más grande jamás conocida.

Tal fue nuestra fortuna que, buscando y buscando, de repente vislumbré a una fémina que estaba sola en la barra con una copa de balón que, al lejos, no estaba para nada mal, pero que de cerca se podía observar que era una nariz con una mujer, de cuerpo medio qué, pegada. La verdad es que, entre la testosterona acumulada por el rugby, las cervezas, los chupitos y demás bebidas espirituosas que ingerí, y viendo que la cosa iba a ser muchísimo más fácil de lo que me esperaba, tuve más o menos esta conversación con la chavala (que de chavala tenía poco: 30 años, una mujer):

[Tras una nube de recuerdos borrosos]


-Oye, y tú... vives sola?

-No, pero mis padres tienen un piso para alquilar que está ahora mismo vacío.

-Pues... nos vamos, o qué?

-Espera que avise a mi amigo.


Por supuesto, ella pagaba el taxi, e imaginaos mi sorpresa cuando vi que el piso estaba en el Palacio de Congresos (la otra punta de Granada), a lo que pensé: “ Mierda! Si algo sale mal me tengo que pegar el pateo de la vida”, ya que, por aquél entonces, no tenía el número de los taxis de Granada ni forma de conseguirlo a esas horas sin parecer un desgraciado.

Tras una noche de lujuria alcohólica, me dijo la susodicha: “Espera un momento, que voy al baño”, y escuché la pota más asquerosa y más larga que he escuchado jamás. Claro, entre que la chavala no era nada del otro mundo, que los efectos del alcohol menguaron, y, viendo que, como se dice popularmente, “estaba todo el pescado vendido”, procedí a vestirme para comprar “gomitas” y darme un paseo, o al menos, a eso iba inicialmente.

Cuál fue mi sorpresa, que justamente al salir del edificio en cuestión, encontré un taxi con la lucecita verde... A lo que reflexioné: “Esto tiene que ser una señal del cielo”. Me monté y le dije al taxista: “Al Loyola, por favor.” En ese momento miré al cielo, lancé un beso al infinito y me monté con una sensación de “Dios mío, de la que me he librado!”


Gitano.

 
Pajas, Blas y Cacas después de hacer botellón en el piso de Blas conocen a Juan el Millonario, un viejo raro que les lleva a continuar el botellón a su cortijo y los encrema toda la noche con copitas, cosas guapas y desayuno. Hubo momentos de temer por sus vidas pero al final todo salió bien. 


Una tarde de 2011, los señores Pajas, Micho y Mocos quedaron para tomar un café. Entre unas cosas y otras el ocio se apoderó de ellos y decidieron llamarme a última hora de la tarde para ver qué hacía. Decidimos hacer un botellón con guitarreo en mi antiguo piso de Plaza de Toros. Como de costumbre, allí se lió un cipote del 15 y después de varias horas, a eso de las 2 a.m, se presentó la policía en el piso como viene siendo habitual en este tipo de reuniones. Desalojamos el piso rápidamente porque una multa significaba mi muerte a manos de mi padre. Total, nos bajamos los que quedábamos allí a los bancos que hay en la plaza de toros y como a esas horas el alcohol en sangre ya era notorio, no tuvimos problemas en seguir con la fiesta y el guitarreo en mitad de la calle. Allí estaban Pajas, Micho, Mocos, Cacas y quizás alguien más que no me acuerdo. Finalmente solo quedamos allí el Pajas, el Cacas y yo, muy entretenidos en cantarle gilipolleces a cada tía que pasaba.

A eso de las 4 am volvió a venir la policía, que ya estaba hasta la polla de nosotros, y le cogieron los datos al Cacas (es experto mediador) (por los cojones). Él dice que no le multaron, pero eso nunca lo sabremos. Y en ese momento fue cuando apareció el protagonista de nuestra historia, conocido como JUAN EL MILLONARIO, ahora entenderéis por qué.

Juan era un tío de unos 55 o más años, con un pelo muy chungo gris de media melenita grasienta y una papada y bartola propia de su edad. Llevaba puesto un pijama chándal muy turbio y olía raro.  La verdad es que tenía mala pinta. Total, Juan habló con la policía y les dijo que él había estado oyendo desde su balcón y que no estábamos molestando. La policía se fue de allí y Juan nos explicó que él era o había sido, yo creo más bien que nos estaba chupando,  profesor de música y nos dio algunos consejos musicales. Hasta ahí todo normal, pero cuando vió que estabamos borrachos y que habíamos estado de copas y teníamos una guitarra, él pensó que era su noche y nos ofreció seguir con la fiesta en otro sitio donde no hubiera policías y pudieramos estar a gusto.

Al principio no le hicimos mucho caso, hasta que nos dijo que él nos invitaba a botellón, que tenía botellas y que nos prestaba sus guitarras y todo lo que quisiéramos. Olía un poco a chamusquina, pero accedimos a que nos enseñara su piso. Yo no subí, pero subieron los otros dos y lo fliparon de lo que tenía allí el tío. Entre otras muchas cosas, tenía un reloj de pared muy caro, decenas de instrumentos artesanales, así como objetos de anticuario y muchas otras cosas caras. Aparte de eso, entre sus posesiones contaba con una caravana, un Saab 93 descapotable, uno o dos coches más, una moto y una furgoneta hippy, además de un cortijo. Juan el Millonario.

Cuando ví bajar del piso al Pajas con una botella de Barceló en cada mano y una sonrisa de oreja a oreja supe que esa noche iba a ser una locura. Me contaron el plan, que era irnos al cortijo del tío este en ALFACAR… en un estado normal no lo habríamos visto muy claro, pero nos dejamos llevar por la euforia y seguimos palante como los de Alicante.

Nos montamos en su Saab descapotable después de habernos enseñado su caravana (si vais por la calle Doctor Olóriz la veréis) y su cochera llena de cacharros viejos y vehículos. Yo iba delante, y creo que no era consciente de todos los detalles del plan. Cuando vi que salíamos de Granada a las 5 am me entró una sensación entre cague y curiosidad muy poco rica, aunque yo iba flipándolo con la bandurria artesanal que me había dejado (nos contó la milonga de que perteneció a una duquesa) y con las boinas que también nos había prestado. A todo esto, el Pajas y el Cacas iban detrás haciendo suposiciones muy macabras por el wasap. Yo era la primera víctima en caso de homicidio múltiple. La verdad que era blanco facilísimo.

Pasamos por las putas del polígono con el descapotable, no sé por qué, y le tiramos pa Alfacar. Llegamos a su cortijo, que estaba medio en ruinas, pero tenía unas vistas muy buenas y allí empezamos a cantar y a beber copas hasta las 8 de la mañana por lo menos. Ahí ya había tenido unas cuantas oportunidades de matarnos, por lo que nos relajamos con las copitas y nuestro instinto de supervivencia se fue a dormir. Total, que después de prometernos una paella en su cortijo si íbamos con la tuna y  nosotros con el cebollón decirle que si a todo,  nos dijo Juan el Millonario que nos iba a invitar a desayunar. Accedimos gustosamente y nos fuimos para Alfacar. Nos metimos en la trastienda de una panadería a ponernos hasta el culo de cruasanes y napolitanas todavía calenticas, que no veas como entraban con la papa. El Cacas, como es un señor de los pies a la cabeza, entró a una cafetería con el Millonario pa tomarse su cafelito y su tostadita mientras el Pajas y yo apurábamos lo que quedaba de botellón en un portal de una casa. La situación era una partida de polla. El pajas me contaba que había quedao a las 4 de la tarde pa echar un café y había terminao bebiendo copas a las 9 de la mañana en un pueblo mientras el escobilla desayunaba con un desconocido. Era muy gracioso.

Después de recuperar energías con el desayuno, Juan nos llevó a una cochera allí en Alfacar para enseñarnos una mierda enorme de la que nos había estado hablando toda la noche. Era una furgoneta hippy super mugrienta en la que había instalado un sillón para “llevarse a las chatis”. No sé a qué chatis se llevaba, pero eso era turbísimo.

Ya hasta la polla de noche, Juan nos trajo a Granada. La última imagen de la noche fue impagable y mereció la pena. El Pajas llegando a la Facultad de Farmacia totalmente ciego en descapotable y con una botella de barceló en la mano. Al final la bords se quedó dormida en un árbol de la facultad abrazado a su botella.

Y esta es la historia de una de las noches más extrañas que he vivido nunca. Nunca más volvimos a ver a Juan el Millonario, pero cada vez que me acuerdo de la noche esa me parto el culo.

Blas

 
El hombre pájaro poseía uno de los poderes más deseado por el resto de los mortales: poder volar. Desde pequeño había sido muy distinto al resto, lo que había desarrollado en él una gran capacidad para convivir con la soledad. En el vacío, se sentía más lleno que cualquiera. Arriba estaban él y la nada, sin nadie más, ni siquiera el dios al que los de abajo tanto adoraban. Era el ser frente a ser. Era el camino infinito a través de una hoja en blanco. Volaba día y noche sin descanso movido por el voraz aprendizaje que le daba la experiencia. Su escuela era el viaje y sus alas su equipaje, cada pluma un país, cada país una cultura. Ciudades enormes repletas de cerebros que laten. Vivencias y vidas que viven desde lo más profundo hasta la planicie más vacía. Almas que se unen y se separan de vez en cuando, que se quieren y se odian de tanto en tanto. El conocimiento a través del viaje y el viaje como medio de vida, una vida con un único camino: el recto a través del torcido. Una vida. Sólo una vida. La que quiero, la que imagino, con la que sueño, la que comparto contigo.

luis©a
 
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“Ven, dame la mano.”, le dijo ella. Él, preso del pánico, abrió su mano lentamente y se dejó agarrar. Tiritaba y apenas podía hablar. Temía cualquier cambio. Nunca antes había sentido el magnetismo propio de esa libertad que se esconde tras el miedo, la libertad veraz y voraz que devora el alma. Temía sentir la magia que sale de la primera y aparentemente accidental caricia. Temía tanto, que estaba ciego… 

“Relájate, te voy a leer la mano”, continúo ella. Pero de repente, él cogió fuerzas y aún con la voz temblorosa le dijo. “Tranquila, no hace falta que adivines como será mi futuro. Ahora lo sé. Me has abierto los ojos, me has quitado la venda. Ya no estoy ciego, por eso mi corazón siente. Estaba atrapado en mi laberinto sin avanzar por miedo a lo desconocido. Estaba triste y desanimado. Ya no. Vente, vente conmigo. Perdámonos juntos por este laberinto al que llaman vida…”.

luis©a