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Llegó el invierno primero 
sin avisar, así sin más. 
Maldito bandolero, 
¡Déjame en paz!

Me has robado el calor y 
el viento me impide salir afuera. 
Te has llevado los rayos de sol 
y el color. ¡Qué vuelva la primavera!

Aletargas mi alma y 
la encierras en un agujero. 
Me engañas despacio, con calma. 
Legañas, tristeza y brasero.

No sé que hacer: si despertar 
y vivir o dormir y morir. 
Aumenta la gravedad, en soledad, 
el paraguas me impide seguir.

Voy a salir de aquí a buscarme 
en los charcos del suelo. 
Me veo y sonrío al instante. 
Soy feliz porque quiero.

Ni debo, ni tengo; sólo deseo. 
Si no sale el sol 
me lo invento y lo creo. 
Perdono el dolor.

¡Sé hizo la luz! 
Ha llegado la primavera. 
Rompo este ataúd 
para gritarle a la muerte: 
¡Espera, espera!




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