Imagen
“Hace tiempo que pasas”, le dije al Tiempo. “¿Pasarás mañana como pasaste ayer?”, le pregunté.

“Y como hoy”, me contestó. “Jamás me detengo. Desde la cuna hasta la tumba me mantengo firme, inquebrantable. Soy el pasado, el futuro y sobretodo el presente. No soy oro sino vida, porque sin vida el oro no vale nada. Por eso vive. No hagas tiempo esperando a que decida por ti, ¡lucha!, que te ha faltado tiempo para bajar los brazos. Sonríe y disfruta sin matar el tiempo. No esperes apático al futuro que imaginas porque perderás la oportunidad de vivir un presente inimaginable. Y si no me crees, querido amigo, tiempo al Tiempo…”

luis©a

 
 
Imagen
Existía la nada, luego nada existía. Y cuando digo nada, es nada. No nada de nadar o de Nadal, sino de nada. Una nada inerte, sin vida y sin muerte, vacía. Una nada donde todo era blanco y cuando digo todo, no es todo sino nada.

Sin embargo un buen día, a la hora del té, llegó el negro y lo creó todo. Porque cuando el negro modifica el blanco deja de existir la nada y comienza a existir el todo. Del negro salieron para esbozarse en el blanco infinidad de cosas, todas inolvidables e ingeniosas. Trabajó, para ser exactos, durante una tarde y una noche y cuando terminó, justo antes de irse a dormir, tocó la verde trompeta que anunciaba el final de la nada y la creación del todo.

Desde entonces, cuando mi vida está blanca y vacía, la dibujo con el negro porque no hay mejor remedio que vivir y morir en compañía.

Luisca.